Mágica la vigilia de los oficios. Por las puertas abiertas el rumor del trabajo. Olores y música laboral en el despliegue de artesanas dinastías. Excepcional destreza en la apertura de un diálogo entre materiales y herramientas. La belleza de los humildes logros... Despertaba el pueblo, peinaba el aire su cabellera de humos azules , y en una nube de bosque soñado despertaba el mágico rumor de los oficios.
IBA como sonámbulo, miraba
descubría los sudores
La aurora de un fulgor
de fraguas, donde yunques,
martillos, anunciaban
las rejas del arado
que nacían derritiendo
los flecos de una estrella
La madera sumisa,
desmayada ante el hombre,
perfumando la herida
en el dormido bosque
de las carpinterías
Cabelleras de esparto.
Dedos en olimpiada
y un crecer de ramales,
en pleitas y criznejas
carícia desvelada
despertando la vieja
vocación de la tierra
para entregarse en cántaros
Y a campo abierto el tiempo
glorioso de las eras,
y sobre el trillo el hombre
remando las cosechas.
Iba como sonámbulo
descubriendo la vida
que a veces era hermosa.
Julio Alfredo Egea
(Los Asombros, 1996)